Una valiosa lección.

La secundaria fue un parteaguas en mi vida. Aprendí infinidad de palabras nuevas (en su mayoría eran insultos) y perfeccioné mi segundo idioma (hablo del sarcasmo, claro, no del inglés). Pero también fueron los tres años de los que más anécdotas conseguí; no todas fueron buenas, ni interesantes, pero muy extrañas, la mayoría.

Hubo un tiempo en que un vagabundo ebrio escogió como hogar una banqueta por la que tenía que pasar para llegar a la escuela. Siempre escogíamos cruzar la calle y pasar por la otra acera para no soportar el profundo olor a borracho con días sin bañarse, pero un día, mientras cruzábamos la calle para evadirlo, volteé a ver y alcancé a divisar como se levantaba de su mugriento lecho para cruzar la calle también. Juro que pude oír la música de la película "Tiburón" al verlo acercándose a mí y a mis amigos. Aceleramos el paso para que no pudiera alcanzarnos, pero, cual nigeriano en carrera de los 100 metros planos, el vagabundo corrió y se puso frente a nosotros.

-Yo te conozco -Dijo, dirigiéndose a mí.

-No creo, señor -Respondí, aguantando el vómito que provocaba su aliento.

Entonces puso una mano en mi hombro. Mis amigos parecían listos para correr a salvarse, pero no se comparaba con mi expresión de miedo.

-Hijo, yo soy tú en el futuro -Dijo...

Mi reacción fue la misma que la que cualquier persona hubiera tenido. Después reflexioné un poco y respondí:

-Se refiere a que, si no estudio y caigo en vicios, terminaré como usted, ¿no?

Eso era un poco lógico, y habría convertido al vagabundo ebrio en un vagabundo ebrio y sabio.

-No -Dijo-, vengo del futuro, soy tú.

Acto seguido volvió a cruzar la calle para regresar a su nido. Después de reírnos, mis amigos y yo seguimos nuestro camino, pero decidimos no contarles a nadie, pues seríamos el centro de las burlas por un buen tiempo. Al día siguiente eso ya había quedado atrás como un suceso chusco, hasta que mi "yo" del futuro nos volvió a alcanzar del otro lado de la calle.

-Soy tu "yo" del futuro -Me dijo de nuevo.

A pesar de lo que muchos piensen, no le creí. No, su piel blanca (aunque sucia) contrastaba con mi piel morena, así que era imposible que él fuera yo en el futuro. Además, mi sentido común me decía que, si un vagabundo ebrio te dice ser tú en el futuro, hay una ligera posibilidad de que simplemente este diciendo pendejadas por estar permanentemente pedo.

Y así sucedió por varios días, el sujeto nos alcanzaba para decirme lo mismo. Ya hasta había perdido la gracia o lo novedoso. Un día me levanté de mal humor, y de camino a la escuela no podía mas que preocuparme por una tarea importante que olvidé hacer. Llegue hasta donde debía cruzar la calle para evadir al vagabundo pero como iba solo y preocupado por otras cosas, seguí de largo. Cuando me dí cuenta que caminaba hacia él, empecé a mentar madres en voz baja. El vagabundo se levantó y se acercó a mí...

-¡No tengo tiempo, pinche lunático! -Dije, sin detenerme.

-No puedes negar tu futuro -Dijo, casi al mismo tiempo.

Seguí mi camino sin inmutarme, aunque minutos después esas palabras retumbaron en mi cabeza. "No puedes negar tu futuro" es lo más sensato que había escuchado en mucho tiempo. Me quedé pensando en eso incluso hasta el día siguiente. Cuando íbamos camino a la escuela al otro día, cruzamos la calle como acostumbrábamos, pero ésta vez el vagabundo se quedó acostado en su cama de acera en el otro lado de la calle. No nos alcanzó ni intentó hacerlo. Al llegar al salón, uno de mis amigos (uno con el que no compartía la ruta para llegar a la escuela) me dijo entre risas:

-A que no adivinas que me pasó hoy... un vagabundo afuera de la escuela me dijo que es mi "yo" del futuro. 

Me sentí ultrajado, traicionado... mi "yo" del futuro y mi amigo... Ese día aprendí una valiosa lección: cuida tu futuro o alguien más te lo va a ganar.