¿Me odias?

¿Así que me odias?
Toma tus pesares, pues, guárdatelos.
No puedes mirarme bajo el hombro,
pues la pena que te embarga no significa mucho para mí.

No soy ningún pendejo, se lo que piensas.
Se lo que sientes y se lo que anhelas...
Así que, mientras me odias, tu dolor alimenta mi inspiración.
Ódiame, entonces, con toda tu derrotada alma.

Tu patetismo me hace sonreír, a pesar de que no te odio.
Tus aires de grandeza me alegran, por la ironía que implican.
Cuando pretendes sacudirte la mediocridad, la multiplicas a tu alrededor.
Deja de ser un perdedor o, mejor no, sigue odiándome.

Viví mis sueños hoy, no tengo mucho que pedir.
Mi espíritu está satisfecho, pero tu odio le hace querer más.
Así que potencias todo, sigue odiándome...
Viví mis sueños hoy, viviré los tuyos mañana.

Dedicado a mi queridísimo Amigo (con "A" mayúscula) Luis Enrique García Flores quien, por cierto, es incapaz de pronunciar su propio nombre. Y con esto doy por cerrada definitivamente la etapa de mi vida en la que él está presente.