18.9.10

El regalo inolvidable.


Mi vida cabe en esa maleta. ¿Qué puedo decir? Soy una persona simple. Todas mis cosas, o sea mi vida, entraron sin mucho esfuerzo en esa pequeña maleta (ignorando que el shampoo se haya derramado causando un desastre de proporciones asquerosas). Mi viaje hacia la Cd. de México, alias Chilango Town, al fin llegó con resultados tan esperados como satisfactorios, olvidando pequeños inconvenientes, como que los guardias de seguridad del aeropuerto me confundieron con un peligrosísimo terrorista campechano y decidieron que era buena idea revisar mi mochila mientras me hacían preguntas sobre mis estudios académicos (son todos unos pillos). Cuando se dieron cuenta de que no llevaba los explosivos que esperaban que tuviera, me dejaron ir con una advertencia (no se de qué me podrían advertir). Después descubrí que los de Telmex descubrieron como hacerte pagar por usar la conexión wi-fi, supuestamente gratuita, así que tuve que hacer un par de trampas para conectarme dos minutos a la red del aeropuerto. 

Después de dos horas llegué a Chilango Town, estupenda ciudad, un pedazo del primer mundo en el centro de un país subdesarrollado, habitado por la gente más culta y amable.

Ojalá hubiera podido tomar más fotos para ilustrar tantas ideas que quiero compartir, pero mi temor a que un amante de lo ajeno me arrebatara mi celular y se echara a correr cual león cazando en las estepas africanas evitó que plasmara mucho de lo que me topé, como una extraña casa en Chimalhuacán, en medio de calles de terrazería y cholos tuneando coches, que decía en la entrada "Habitación antigravitacional" seguido de una flecha que indicaba el callejón de alado. Después de mucho meditar sobre el significado, llegué a la conclusión de que se trataba de un laboratorio de la recién creada Agencia Espacial Mexicana; al contrario de lo primero que se me ocurrió, un callejón donde puedes comprar droga para darte tus viajesotes y sentir que flotas. Como dije, la Ciudad de México es un pedazito del primer mundo.

Así, mi primer día aquí fue una experiencia fabulosa, sobre todo por lo que hice en la tarde-noche: acompañé a mis tíos (con los que me estoy quedando) a una especie de ceremonia católica en memoria de un familiar que acaba de fallecer. Al entrar al diminuto departamento noté como tapizaron con distintos tipos de pétalos para formar un corazón, un ave y otra figura extraña, deformes las tres, que más tarde descubrí que se trataban del corazón de Jesús, el Espíritu Santo y la eucaristía... aún sigo con la duda sobre esto último. El que dirigió la ceremonia era un sujeto que, si pudiera, se acostaría con Jesucristo, con conocimientos científicos más limitados que los de una piedra.

"En la escuela nos enseñan que estamos hechos de energía"
No se a que escuela haya ido, pero a las personas normales que vamos a escuelas normales nos enseñan que somos materia.

"La energía no la puedes ver de ninguna manera, a menos que haya un foco"
¡Absolutamente estúpido! Para los que no entiendan, el sujeto está confundiendo energía con electricidad, y de todas formas se equivoca garrafalmente, pues la electricidad se puede ver a simple vista... basta con mirar al cielo en una tormenta eléctrica.

"Cuando nosotros morimos, nuestra alma se va al cielo y se une a Dios por toda la eternidad, pues Dios nos absorbe"
Me encanta averiguar nuevos datos científicos, como que existe un Dios todopoderoso ansioso de comerse mi alma. La weba que me invadía solo era comparable con el número de estupideces que decía el religioso. Casi al final la naturaleza empezó a llamarme y no podía desatender ese pequeño problema. Le dí mi vela a mi tío, de la cual recibí varias quemaduras, y me dirigí al baño. Después de haber terminado mi propio ritual que la naturaleza exige, jalé la palanca del inodoro para deshacerme del repugnante residuo, pero, tal como yo ignoraba, no había agua. El ser un sinvergüenza me ayudó mucho, pues ese sentimiento de "¡Que haré!" desapareció en dos segundos. Me lavé las manos y salí para seguir escuchando las palabras del inteligentísimo predicador, pero ya se había callado. Ahora guardaban silencio, interrumpido solamente por sollozos de los familiares y por un "¿Cual es el botón del auxiliar del estereo?" del religioso.

El día acabó con un par de percances más, pero no presté mucha atención. Estaba satisfecho. Se que esas personas jamás olvidarán el regalo que les dejé en el baño, así como yo nunca olvidaré las enseñanzas sobre el Dios devora-almas.



2 comentarios:

  1. bien narrado, tienes estilo, y no te deseo suerte por que no existe, solo te digo hechale ganas a todo lo que agas, y que te vaya bien, saludos.

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  2. QUE REBUENA HISTORIA, ESTA PARA PARTIRSE, VAYA QUE SI HABIA QUE DOCUMENTARSE MAS CON RESPECTO A ESE DIOS, JEJEJEJE

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