30.8.10

El mensaje del millón de dolares.

Hoy tuve la mejor mañana, aunque al principio no lo pareciera. Intenté despertar temprano para comenzar un buen hábito. Ajusté el despertador para que sonara a las 9:00 AM, muy temprano para mí. Cuando llegó la hora y el despertador sonó el ruido retumbo en mis oídos despertándome abruptamente, lo que la noche anterior era lo que deseaba pero que por la mañana me causó enojo y dolor de cabeza. No tenía ninguna intención de abrir los ojos, pero el ruido me estaba matando, así que saqué mis habilidades de topo y reajusté el despertador para sonar dos horas después, a las 11:00 AM, sin despegar los párpados. Intenté volver a mi sueño pero fue imposible... ya estaba despierto y solo unos somníferos lograrían dormirme de nuevo. "Quiero chocolate" pensé, y ese deseo por tomar chocolate fue la única fuerza capaz de hacer que me rinda en mi lucha por dormirme de nuevo. Me dirigí a la cocina con un paso más cercano al de un zombie que al de un humano, en boxers, aun enojado por haber tenido que levantarme por mis caprichos de la noche anterior. Y ahí estaba en la mesa... un sobre de chocolate abuelita en polvo con mi nombre escrito en él. Serví un vaso de leche, vacié el sobre en él, y empecé a revolver con toda la weba del mundo. Cuando al fin terminé la desgastante labor me dispuse a tomar mi tan preciado chocolate. "No sabe bien" pensé mientras lo degustaba... "sabe del carajo" insistí en mi mente. "Fuck... no le puse azúcar, soy un pendejo". Lástima que cuando me dí cuenta, ya me había acabado el chocolate. Después de un chocolate abuelita frustrado me enfoqué en mi siguiente prioridad: buscar ropa. La puerta de mi casa tiene partes de vidrio por donde la gente fácilmente puede verme tomando chocolate en ropa interior, lo cual me empezaba a incomodar. Fui al ropero y empecé a buscar... encontré ropa de mi madre, de mi hermano, pero nada mio. Nada. Ni una playera. Fui a la ropa sucia y solo encontré un pantalón tan grueso como pelaje de oso polar, y si estando en ropa interior sudaba como cerdo, ponerme el pantalón significaba mi muerte por deshidratación... no pude evitar exclamar un altisonante "¡Puta madre!" aprovechando que era el único en mi casa, de otro modo a mi madre le habría dado un infarto por escuchar eso de su hijo prodigio. "Pinche día jodido" pensé una y otra vez por varias horas mientras estaba recostado intentando dormir de nuevo. El colmo apareció cuando llegó mi hermano de la escuela... con una playera mía puesta, tan sudada que si la hubiera remojado en una piscina saldría más seca. Le pedí amablemente que se la quitara y él se negó, así que procedí a gritarle con todo mi enojo latente. Sentía que iba a explotar del hartazgo... tan solo unas horas y ya era el peor día en mucho tiempo. Intenté calmarme y me fui a bañar... o eso pretendía, pues la regadera tuvo el capricho de lanzar un inútil chorro de agua que fácilmente puede ser superado en volumen por un escupitajo. No había agua. Si no fuera porque las lozas del baño se están cayendo hubiera golpeado la pared (soy un neurótico muy consiente de las consecuencias). Me lavé la cara y lo que pude de mi cuerpo con el tenue chorrito de agua y me vestí para irme a trabajar. Mientras caminaba bajo el sol hacia al trabajo con ganas de hacer explotar un gato a patadas para desquitarme, se me ocurrió ver la hora en mi celular... un mensaje sin leer de Montse que no había notado. "Hey amor buenos días haha te amo que tengas un lindo día". Hoy llegué al trabajo feliz y con una sonrisa.

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